Esta mañana echaba un vistazo a Twitter y, entre los ‘Trendig Topics’ del momento en España, encontraba el nombre de Dani Martín. Pensé «vaya, qué éxito tuvo El Hormiguero ayer, y yo que pensaba que este chico estaba de capa caída desde que se disolvió El canto del loco». No le dí mayor importancia, hasta que más tarde descubro que los motivos reales de la presencia de su nombre entre lo más comentado del momento tienen que ver con el truco de magia con el que despedían el programa y en el que «decapitaban» al cantante y que se puede ver en el siguiente vídeo:
Yo tuve ocasión de verlo en directo y hay que reconocer que el truco está muy bien hecho (aquí la explicación) y que las imágenes que siguen pretenden simular un accidente en el programa pero, desde luego, nadie en su sano juicio pensaría que efectivamente el cantante ha muerto como consecuencia de un fallo en el truco. Hay montones de motivos para que esto sea más que evidente: el primero, el sentido común; el siguiente, la ausencia de sangre al caer la cabeza y el tercero y definitivo, la doble pantalla que seguían mostrando durante la pausa publicitaria por mucho que apuntara al suelo en lugar de al público o los protagonistas, como suele ser habitual. ¿De verdad alguien pensó que esto era verdad?
Son muchas las personas que hoy alegan que el programa no debió hacer una broma de mal gusto como esta por su marcado perfil familiar y lo impresionables que son los más pequeños de la casa pero, en mi opinión, esa excusa no puede ser válida. La exposición de los niños a la televisión no puede dejar de estar supervisada por sus padres y son estos los únicos responsables de lo que los niños ven y las reacciones que las imágenes les provocan. Salvo que haya una interrupción no programada en medio de un programa infantil, un espacio que los padres tienen derecho a considerar seguro y libre de sobresaltos, el resto de los contenidos es impredecible y cada niño un mundo.
Sí, El Hormiguero es, efectivamente, un programa de corte familiar y bastante «seguro» pero, se dicen palabrotas, se habla de sexo con naturalidad y se hacen experimentos que pueden incitar a esas cabecitas inmaduras a reproducirlos en casa y provocar desastres domésticos y graves heridas personales. El que sigue el programa lo sabe y el que no, debería echarle un vistazo antes de permitir que sus hijos lo vean, si es que estos no distinguen todavia la realidad de la ficción y el entretenimiento. Incomprensiblemente, con estos contenidos familiares salpimentados de «riesgos», con lo que se crea la polémica es con un truco de magia tan viejo como la magia misma.
Lógicamente, la productora, la cadena y el propio cantante han tenido que salir al paso de las críticas y disculparse por lo que se ha considerado una broma macabra, no les queda otro remedio dada su amplia exposición pública pero, pensemos un instante con tranquilidad: ¿es que nadie había visto ese truco antes? ¡Alabado sea David Copperfield!
Lo que no entiendo es que la gente se lo pueda creer. A pesar del mal cuerpo que nos dejaron a mí y a mí madre estaba muy claro que era una Broma.