Pongo la tele mientras desayuno: elijo Antena 3 porque el programa de Ana Rosa ya me aburre, con tantas historias cutres de famosos de medio pelo, con sus rupturas, sus ligues secretos y sus cotilleos de patio de colegio. Mientras veo Espejo Público, me entero de que una niña de dos años ha muerto estrangulada por una serpiente pitón, que hay una familia marroquí que ha vendido a su hija de 8 años a un señor de 50 y de los detalles de la falta de atención a la chica que ha muerto en Madrid por la gripe A. No sé cómo el desayuno no me ha sentado mal.

Después de desayunar me pongo a hacer la cama, y enciendo la tele de nuevo, esta vez en Telecinco, a ver que me cuenta Ana Rosa. Entre gritos de los colaboradores, adivino los últimos trapos sucios de Miriam Sanchez, Alessandro Lequio y compañía.

En medio de tanta tontería sólo puedo pensar que el éxito de este tipo de programas «del corazón» sólo puede deberse a una cosa: la basura que es el día a día del ser humano, las miserias de la vida real, los terribles accidentes y sucesos que ocurren en este y otros paises que conforman la escaleta de algunos programas no pueden soportarse dia a dia, es realmente insufrible ver todas estas historias y saber que son reales, que no nos encontramos frente a un programa de ficción, una película o un presunto montaje.

Para estar sufriendo con estas historias, que además no sirven ni para concienciar a la gente, ni para mejorar las muchas injusticias que nos rodean, creo que hay muchas personas que prefieren, preferimos porque debo incluirme, ver todas las tonterías que los famosetes llevan a la tele, tonterías que puedes tener puestas mientras haces la cama, mientras haces la comida o de ruido de fondo mientras trabajas y esperas que ocurra algo susceptible de ser posteado. Yo desde luego lo prefiero, prefiero el cotilleo de viejas que el morbo de quién pasa por la carretera y se para a mirar el accidente.