Hoy toca reproducir mi artículo de este mes en la revista Zapping Magazine.

A nadie escapa que las democracias norteamericana y española son muy distintas, algunas características son mejores en una, otras pecan de defectos que en la otra son inimaginables, pero si hay algo absolutamente envidiable de la americana es su capacidad para acercar a los políticos a sus votantes a través de la televisión y de sus programas más célebres.

Desde Sesame Street hasta la nueva versión del programa de divulgación científica Cosmos, lo normal para un norteamericano es ver a su presidente aparecer en todo tipo de programas de televisión, haciendo lo que corresponda al formato. Y no solo POTUS, la primera dama es carne de máxima audiencia y va allí donde sabe qué más lejos va a llegar su mensaje, tanto da si tiene que ponerse a hacer flexiones en un magazine, como si se trata de hacer un chiste compinchada con un jugador de baloncesto de talla mundial mientras hay una entrevista en primer plano.

A muchos puede parecerles que esta sobreexposición mediática de los principales trabajadores del estado es un cachondeito, que deberían estar en sus despachos tratando de resolver los graves problemas de la sociedad en lugar de chupando cámara en televisión, pero lo cierto es que una campaña para mejorar la alimentación infantil se comunica mejor con cinco minutos de Michelle Obama en televisión que con una miríada de reuniones con asociaciones de padres y colegios.

En España esto es algo que nunca entenderemos, el sentido del ridículo de nuestros políticos no está educado para presentarse como son frente a sus votantes y los ciudadanos somos expertos en machacar al que se sale del guión, que hoy por hoy marca despacho, despacho, despacho. Una auténtica pena que separa a la sociedad de su representantes y que bien haríamos en copiar del amigo americano.