Anoche volvía a La Sexta En el aire, el programa de Buenafuente que la pasada temporada algunos dimos casi por muerto tras sus discretos resultados y el cambio de canal de El Chiringuito, que parecía destinado a ocupar su lugar una vez reiniciada la temporada de fútbol.

Pese a todo, Buenafuente ha logrado regresar, haciendo lo que siempre ha hecho, un programa de entrevistas y repaso jocoso a la actualidad, sin mayor pretensión que hacer pasar un buen rato en lo que para muchos es un grave defecto del formato y su presentador, el no saber hacer otra cosa. Podemos hablar de evolución, pues el programa sin duda la tiene y cada año procura introducir nuevas secciones o eliminar aquellas que no funcionan del todo bien o que están agotadas pero, básicamente, el programa sigue siendo el mismo.

¿Es esto malo? Pues lo cierto es que no tendría por qué serlo, si aquello que se repite es bueno, claro está. Como bien dice el propio Buenafuente en esta entrevista, estamos acostumbrándonos a una televisión de consumo rápido, una en la que todo nace con muy altas expectativas, en la que las cosas que triunfan lo hacen a lo grande y se agotan casi con la misma rapidez, una en la que se mueven y cancelan programas como quién vende productos de saldo y dónde hacer lo mismo año tras año, aunque sea bien, está completamente infravalorado.

Si tienes audiencias estables está bien pero, si esa estabilidad es en la media de la cadena y no crece, si no das escándalos, si no se habla de ti, aunque sea bien, parece que no existieras, que no funciones y poco a poco te vas desvaneciendo, hasta desaparecer. Una triste realidad de la televisión que vivimos en la que a Buenafuente se le critica que siga haciendo lo mismo que ya hacía hace 20 años, pese a que lo hace bien.

La televisión ha de evolucionar, buscar nuevas fórmulas y estar en constante proceso de adaptación al público pero ¿hasta qué punto?