No me queda más remedio porque llevamos una semana en la que, entre unas cosas y otras, parece que las mujeres populares de la televisión no tuvieran otra cosa mejor que hacer que vivir de los hombres que las rodean y su influencia. Luego nos quejaremos de que las anónimas no denuncian algunas cosas, que se esconden o que les cuesta llegar ¡normal con el panorama de algunos medios y de algunos comentarios!

Tres han sido los ejemplos que me han molestado especialmente en estos días, empezando por el de Dulce, la archiconocida ya niñera de los Pantoja que, después de años callada y años en los que todos los periodistas del corazón daban a entender que algo raro había pasado en esa casa entre ella y Julián Muñoz, todo se convierte en un escándalo cuando ella tiene la osadía de confirmar lo que era un secreto a voces, que el ex-alcalde de Marbella se ponía tontorrón cuando la Panto andaba de gira. Los comentarios más frecuentes a la exclusiva de la ahora ex-concursante de Supervivientes han sido en contra de estas declaraciones, por considerar que después de tantos años no se puede denunciar un acoso y porque el pobre acusado está malito y poco menos que en su lecho de muerte y es ahora cuando ella se atreve a echarle en cara su conducta. Mala, mala, mala…

Yo no sé cuánto de verdad o exageración hay en esta historia, pero sí sé que llevo años oyendo hablar del tema de forma velada y que, por lo tanto, muchos periodistas ya debían saber que esto pasaba y la duda sobre su veracidad no es la misma que si de pronto se hubiera sacado el tema sorpresivamente. Partiendo de esta base, si ha pasado mucho tiempo o el señor en cuestión está más o menos malito ¿qué? Quizá sea ahora que él no es poderoso cuando ella por fin se atreve a contarlo. Quizá sea ahora que está liberada de la presión de esa casa cuando ella se sienta libre para hacerlo. ¿Tan raro parece? ¿Es acaso la primera vez que una mujer o un trabajador acosado cuenta su experiencia años o incluso décadas después de los hechos solo porque por fin tiene fuerzas para hacerlo? Los comentarios de algunos periodistas y colaboradores al respecto en programas que tienen una amplia base de mujeres y mujeres dependientes me parecen simplemente irresponsables.

Tampoco me está gustando mucho la manera en que se está tratando el tema de Alba Carrillo y su culebronesca separación de Feliciano López, una separación con todos los elementos para convertirse en folletín por entregas y en la que, de repente, la figura de él aparece como la de un pobre infeliz atrapado por una cazafortunas que además se aprovecha ahora de su fama para fichar como co-presentadora de Hable con ellas. Y esto último es lo que más me irrita pues, si bien ella nunca ha sido santo de mi devoción, y la conozco televisivamente desde que afilaba sus uñas hace ya una década en Supermodelo, hablar de que su nuevo trabajo es fruto de su matrimonio y posterior divorcio del tenista es, nuevamente, despreciar la capacidad de ella para llegar a un puesto de trabajo prácticamente idéntico al que tenía en Amigas y Conocidas, donde ha colaborado desde antes incluso de casarse con Feliciano. No es Alba Carrillo un animal televisivo, ni mucho menos, pero asumir que su contratación por parte de Telecinco responde únicamente a su condición de ex-mujer de alguien, me irrita, mucho.

Pero si algo me ha sublevado esta mañana en términos de machismo informativo ha sido la manera en la que algunos medios han hablado de la renuncia de Gloria Lomana como directora de informativos de Antena 3. Según estos medios, Lomana sería la mujer de Josep Piqué, el ex-ministro del PP al que nunca se referirán como marido de Gloria Lomana y que parece ser el responsable de que ella haya llegado al puesto de responsabilidad en que se encuentra… desde hace 13 años. Lomana y Piqué se casaron en 2009, cuando ella ya llevaba seis años en el cargo. Pese a que su nombramiento como directora de informativos ocurrió cuando ni siquiera era pareja de Piqué, parece que a partir del momento en que contrae matrimonio con él, su trayectoria se desdibuje y pase a depender exclusivamente de la influencia derivada de su casamiento. Nadie pone en duda ya que si está en un puesto de responsabilidad tiene que haber sido porque él la ha puesto allí, a dedo. Y por supuesto, que a nadie se le ocurra comentar el mero hecho de que ella es ella y su carrera sin necesidad de nombrarle a él, so pena de ser acusada de defensora de su trabajo como jefa de informativos, de toda la línea editorial de la cadena y poco menos que presidenta de su club de fans. Porque defender una manera ecuánime de contar las cosas es, directamente, defender a las personas que protagonizan las noticias.

No, no son fan de Gloria Lomana, ni de Dulce, ni de Alba Carrillo… algunas de ellas hasta me dan vergüencita ajena en muchas de las cosas que hacen o cómo las hacen, pero eso no significa que no vea algunas actitudes alrededor de su persona y sus historias que me parecen preocupantes en los tiempos que corren, muy especialmente en las franjas televisivas en las que ocurren, con la audiencia que tienen y, peor aún, de boca de quienes lo dicen, principalmente otras mujeres.