Con el nuevo proyecto de ley en la mano, los del Cluedo os podrían demandar y cerrar la web……..

Me parece tan GENIAL la idea que creo que me voy a poner a estrujarme los sesos en seguida. Se escribe en un comentario aquí mismo, verdad? Solo por comprobar.

Si Mina, se escribe aquí mismo. No te estrujes demasiado los sesos que los vas a necesitar el fin de semana si te toca el premio 😉

Genial!! Lástima que el bebé no nos deje alejarnos mucho de casa. Se lo comentaré a los amigos.

Saludos!

Yo me apunto, vaya si me apunto. Aquí va mi enrevesada teoría de lo que ocurrió:

Se va la luz en la sala. En ese momento, el marqués, que necesita dinero para pagar sus deudas de juego, rompe el cristal de una vidriera de la casa para hacerse con una valiosísima daga del siglo XVI que guardaba Ludwig Van Kartoffen.

La oscuridad y la confusión creada por el ruido de los cristales rotos son aprovechadas por Lucinda López para sacar su revolver y disparar a Miranda Smith, amante del representante de Ludwig y del que Lucinda está secretamente enamorada. Sin embargo, la oscuridad hace que falle su tiro.

Con el susto por el disparo, Ludwig Van Kartoffen se desmaya y cae al suelo.

En su huida con la daga, el marqués tropieza con el cuerpo desmayado de Ludwig y se le cae la daga con tan mala suerte que termina clavada en el pecho del músico.

Así fue todo, evidentemente 😉
Saludos y gracias por el juego, muy divertido 😀

Tras irse la luz, una ráfaga de viento abre la ventana que choca bruscamente contra la pared haciendo que se rompa el cristal. El ruido de los cristales desintegrándose provoca nerviosismo en el marqués, pensando que alguien viene a cobrarse las deudas. Por ello, saca su revólver colt del calibre 45 y dispara a ciegas. Miranda, cómplice del marqués, golpea con el tacón de su zapato al otro lado de la habitación para despistar al personal. El marqués rasga un trozo de mantel para borrar las huellas del arma.

Buena idea la de la empresa Alternative Xperience y muy buena idea la del juego/concurso.

Recuerdo que siempre me inquietó su… «especial» forma de ser. Miranda no era lo que se dice una persona normal. Demasiado tímida, demasiado extraña. Pero era tremendamente atractiva. Su escultural cuerpo me atormentaba la existencia.

Recuerdo aquel día perfectamente, en el que compartí estos pensamientos con Johnny. Yo no era precisamente un as con las mujeres, pero a él se le daban bien, así que supongo que esperaba que, como mi amigo, me ayudara a conseguir aquel preciado objeto de deseo para mí. ¡Estúpido! Eso es lo que fui, un estúpido. Johnny me traicionó. Se acostó con ella. Una, y otra, y otra vez. A veces trepaba al árbol frente a su casa, y los espiaba sin que se dieran cuenta. Lo hacían como cerdos. Y recuerdo que la sangre se me helaba. Deseaba matarlos a ambos. A él por traidor, a ella, por zorra.

Pero aunque estúpido, siempre supe calmar mis emociones, y desarrollé el plan con cautela. Conocía a un viejo amigo con incontables deudas de juego, pero con muy pocos escrúpulos, así que le pedí que me ayudara. Él necesitaba el dinero; yo, de su conocimiento e inteligencia. Me supondría una buena suma de dinero, pero no me importaba. Los austeros jadeos de John y Miranda resonaban en mi cabeza una y otra vez, y necesitaba desterrarlos de mi mente para siempre. Y sabía que sólo había una manera de hacerlo…

Así pues, organicé una fiesta en mi casa para Fin de Año. Era la excusa perfecta. Lucinda, como mi asistente personal, también estaría, así como mi fiel mayordomo, Alfred. Ellos me facilitarían la coartada perfecta, pues ellos serían testigos de mi inocencia. El marqués se encargaría de todo; yo sólo tenía que apagar las luces y dejarle actuar.

Llegó la hora. Como acordamos, con la primera campanada del reloj del salón, me encargué de apagar las luces. El marqués entonces tenía que sacar su revólver y disparar a bocajarro a Johnny. A continuación, y con una antigua daga, acuchillaría a Miranda sin dudar.

Por desgracia, olvidé algo. Todo el mundo tiene un precio. Y yo, fui sobrepujado. John se enteró de mi plan, y se hizo con los servicios del marqués a mis espaldas. Supongo que esa es la razón de que ahora esté tirado en el suelo, con un agujero de bala en el pecho y un trozo de cortina en la mano, que arranqué tras el disparo como quien se agarra a cualquier cosa para que no le arranquen la vida. Tantas eran mis ganas de vivir que tuve que ser rematado con un fuerte golpe, propiciado por algún zapato de tacón perteneciente a, me temo, mi ansiada Miranda.

Mi nombre es Ludwig Van Kartoffen, y mi vida ha llegado a su fin. He sido asesinado por mi propio sicario, y por el amor de mi vida. Lástima de aquella melodía que llevaba meses componiéndole… Ya no podré terminarla.

Lo tengo desde el viernes, pero en mi casa no me deja comentar aquí xD a mi IP no le gustan los blogs al parecer. Perdón por la parrafada, me emocioné demasiado xD si no vale no pasa nada, lo habré intentado.

«Para intentar arrojar algo de luz, los presentes tienen tres puntos importantes que captan su atención: 1) el apagón, 2) el disparo, el más revelador de todos los ruidos y presumiblemente el arma del crimen (porque, si no es para matar, ¿para qué disparar una pistola?) y 3) el cuerpo sin vida del señor Ludwig Van Kartoffen, con una herida de entrada en el pecho.

Pero, ¿quién de los presentes podría haber apagado las luces y disparado al señor Van Kartoffen en la oscuridad, con el colt del 45? Todos. Sin embargo, lo importante no es tanto la oportunidad como la propia idea. Porque, seamos francos, apagar las luces para matar a alguien con un disparo en la oscuridad y pretender acertar es bastante estúpido. De fallar, el ruido pondría en guardia a la víctima, y no tendría otra oportunidad. Y aun si acertase, la lista de sospechosos se limita a los presentes en la sala, descubrir al culpable es solo cuestión de tiempo y paciencia. Y más aún cuando el arma es un revolver de gran calibre, no precisamente muy popular entre las mujeres, y no precisamente del estilo de un afeminado lord inglés. Si el arma fuese una pistola de pequeño calibre, las cosas no serían así.

Todo esto solamente encaja en la mentalidad ruda y ebria del representante, John McCountry, quien llevaba tiempo estudiando la posibilidad de enriquecerse a costa de la muerte del músico explotando sus derechos, y así acabar con las deudas de juego. El apagón y la teatralidad de la ventana le vinieron de perlas, y no se lo pensó dos veces; sacó el revolver de su bolsillo y disparó contra él en la oscuridad. Pero como era de esperar en un hombre ebrio disparando a ciegas, falló. Eso si, al ver el cuerpo a la luz de las velas, sonrió para si mismo, orgulloso.

Y aunque hubiese acertado, aunque hubiese sido él el asesino… ¿por qué se apagaron las luces? ¿Y la ventana que se abrió justo en ese momento? ¿Y el resto de ruidos de telas rasgadas y cristales rotos? Demasiado para haber sido casualidad a favor del pésimo señor McCountry. La realidad, como suele ocurrir, es muchísimo más sencilla.

Como siempre, todo empezó con un hecho totalmente fortuito: la ventana, que se abrió como consecuencia de un golpe de aire. El golpe de la ventana al abrirse atrajo las miradas de todos los presentes, por lo que nadie pudo ver como el viento entrante había hecho resbalar un papel que estaba malamente escondido tras un jarrón. Nadie, excepto quien lo puso allí, la hermosa y ambiciosa Lucinda. Ésta había decidido dejar la sombra del músico para comenzar su carrera en solitario, compensando su falta de talento con las canciones que iba robando poco a poco del despacho de su jefe. Al entrar todos en la sala, había tenido que esconder apresuradamente su último botín tras uno de los jarrones, con la mala suerte de que el viento se lo llevó al abrirse la ventana. Pensando deprisa, apagó la luz con el interruptorque tenía a su espalda y corrió hacia la ventana, esperando no ser descubierta. No esperaba oír un disparo, ni tropezar con el señor Van Kartoffen, que se había tirado al suelo por el ruido, y menos el pisarle con fuerza para poder levantarse y correr hacia la ventana antes de que alguien encendiese las luces. Y, muchísimo menos, esperaba haber colado uno de sus nuevísimos tacones de aguja entre dos costillas del pobre músico cuando intentaba levantarse. Al encender la luz, pensó lo que todos: que había muerto de un disparo. Solo se daría cuenta más tarde, al descubrir sus brillantes tacones rojos envueltos en sangre.»

Te lo he escrito dos veces sobre un mail que usé de borrador xDDDDD te importa borrarlo o algo? Perdon por el lio y el spam, soy una inutil ._.

Me Encanta!! Mierda que la competencia está muy dura… Joder…

Bueno… por no hacerlo largo.

El mayordomo mira austado su mano, la mano que hasta hace un momento sujetaba el candelabro, y descubre su mano enguantada llena de sangre. La brecha que desde la cabeza del músico libera litros de sangre como música antes sus manos, coincide con el canto del portavelas. Alfred intenta buscar su otro guante, pero ha desaparecido. Se los quitó para atarse los zapatos justo antes e la tormenta – es dificil hacer una lazada con la mano enguantada – y ahora había desaparecido.

Todos se miran ausustados. Miranda, totalmente borracha de los martinis que el represantante del musico le habia dado esa noche en la alcoba de la artista, miró al lord a los ojos y le susurro al oido un «querido… a ver a quien te vas a tirar ahora en secreto…».

El afeminado lord, presa de la ira se lanzó sobre la cuello de la cabaretera con intención de apretarle la nuez ahsta que se escuchara un chasquido, pero entre todos le sujetaron.

En la refriega, el guante de alfred se escapó de su bolsillo trasero.

…..

El policía paseaba en la sala, murmurando, mientras les miraba a todos a los ojos. Bien, se escapó de su boca. Creo que ya está todo resuelto. La vida pendenciera de este músico era pura tapadera. El Lord y el musico llevaban años viéndose; desde que estudiaron juntos en CAmbridge. Ludwig estaba cansado de mentir y quería hacer la relación púbica, y extrañamente, fue el lord el que quería seguir guardando las apariencias. Finalmente, el lord decidió acabar con la vida del musico e implicar a Alfred en la muerte, intentando que el arma le inculpara.

El disparo fue una mera distracción para intentar desviar la atención nuestra. Pero la perspicacia de la señorita, que notó las miradas entre los dos caballeros, fue la clave con la que ella contó para desenmascarar a la pareja. La ira y furia del lord, al verse descubierto, fue lo que provocó finalmente el intento absurdo de ahogamiento. En el guante de alfred que se le descubrio en el bolsillo, tiene las huellas del Lord, y gotas de sangre del golpe en la sien.

🙂

—-

ALE! 🙂

BSS!

Estimados escritores,

Me honra ser un miembro del jurado de tan genial concurso, solo deciros que nos va a resultar muy complicado decidir el ganador.

Gracias a todos por la participación y espero que sigáis con el ingenio y el lápiz tan afilado

Un abrazo a todos

¡Hola! Al habla el que fuera el ganador del concurso. Quisiera comentaros de manera rápida y resumida la experiencia del pasado fin de semana: sencillamente ALUCINANTE. Es algo completamente diferente a las opciones de ocio que había disfrutado hasta ahora; es novedoso y original, creado y puesto en práctica por auténticos profesionales. Yo lo llamaría «teatro interactivo», porque calificarlo de gymkana sería quedarse corto. Básicamente, se trata de una serie de actores que durante un día entero escenifican una historia en la que tú eres el protagonista, puesto que tendrás que emplear tu ingenio y astucia para resolver el misterio del crimen… y no sigo para no chafaros la historia.

En conclusión, que no puedo más que recomendarlo con los ojos cerrados. Si vais con la mente abierta y, desde el principio, aceptáis y entráis en el juego que se os presentará, os aseguro que disfrutaréis y reiréis a partes iguales.

Mi profundo agradacimiento a Alternative Experience y a Chica de la Tele por brindarnos la posibilidad de disfrutar de esta experiencia de manera gratuita, y en segundo lugar por haberme posibilitado el conocer esta empresa, ¡con la que seguro espero repetir! 🙂

Me alegro muchísimo de que lo hayas disfrutado, un placer haber colaborado a hacer tu fin de semana diferente y divertido. Gracias por compartirlo.