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¿Cómo medimos la calidad de una serie?

Fecha de Publicación: 3 marzo 2009 - 9:30   |   14 Comentarios   |   Etiquetas: Dollhouse, Pelotas, Vientos de Agua

homer_tv¿Se pueden entender los programas de televisión fuera del entorno empresarial o de la parrilla en qué se emiten? Esta pregunta viene a raiz de esta entrada de Casciari ayer en la que se quejaba de cómo algunos (aunque concretaba en mi persona) criticamos los programas de televisión, no tanto por su valor individual, como por la forma en que se programan o las segundas intenciones que puedan tener las cadenas con su estrategia de programación. Así, Casciari lamenta que utilicemos argumentos como la emisión al mismo tiempo que CSI para criticar la serie Pelotas, cuando su calidad es independiente de la hora a la que se emita.

En ese punto he de estar de acuerdo con Hernán, máxime en los tiempos que corren en los que los productos televisivos, y más concretamente los de ficción, pueden ser disfrutados en horarios distintos al inicialmente previsto por la cadena que los emite, tanto por su puesta a disposición en la web de la cadena, como por la existencia de aparatos grabadores y redes P2P. Por ello, una buena obra será siempre buena, aunque compita con lo más exitoso del momento, y una mala seguirá siendo un horror, aunque esté sola en el centro de la parrilla rodeada de lo más granado de la televisión y emitida sin competencia.

Sin embargo, a la hora de analizar el producto creo que no es sólo importante su calidad individual, sino que los datos que rodean su estreno lo convierten en algo diferente. Es como un buen vino, que consumido con una hamburguesa del Burger King queda completamente deslucido, mientras que uno regularcito con unas buenas viandas puede sabernos a gloria. Retomando el tema televisvo, no podemos ver Dollhouse sin recordar que en EE.UU. ha sido relegada a la noche de los viernes, cementerio de programas en los que no se confía o Aida sin saber que allí donde va triunfa.

Parafraseando a Ortega y Gasset: una serie es la serie y sus circunstancias.

La ubicación de los programas en la parilla, las circunstancias por las que estén pasando las cadenas en el momento de su estreno e incluso los resultados que den entre los espectadores, no hacen de una serie un producto mejor o peor en sí mimso, porque los profesionales que trabajan en ella son los mismos un lunes que un viernes, si la serie se vende para La 2 o para Antena 3. Sin embargo, sí que denota la confianza que se ha puesto en ella y las posibilidades que tiene de evolucionar en el tiempo, si la dejan, para lo cual necesitará funcionar bien y no enfrentarse a pesos pesados de la parrilla si es un producto pensado para el largo recorrido, por poner un ejemplo.

Esto quizá sea injusto y nos estemos acostumbrando a pensar que los productos televisivos han de compaginar su calidad con su capacidad para ser comerciales, traducida seguramente en ser producto de masas, algo casi incompatible con la calidad. En los tiempos televisivos que corren, piezas como Vientos de agua son de una calidad excelente, pero lamentablemente han ido a parar al olvido y a unos cuantas estanterías, pocas, menos de las que debiera. Si la serie hubiera sabido adaptarse al medio ¿habría pasado más tiempo en antena? ¿significaría esto que su calidad sería menor? Preguntas sin respuesta científica que permiten que Hernán y yo pasemos un buen rato hablando de blog a blog mientras hacemos una parada entre series.

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14 Comentarios

amaiacm

Respondiendo a la pregunta del título de la entrada, creo que hay tres formas de medir la calidad de una serie. La primera es la de los telespectadores exigentes: si la ves y te gusta la sigues viendo; si te aburre, apaga y vámonos. La segunda es la de los telespecatadores menos exigentes: como no hay más, me la trago. La tercera la de los ejecutivos de televisión que aunque tengan un muy buen producto en antena si no funciona lo quitan al poco tiempo, pero que si tienen uno muy malo y triunfa lo dejan hasta que la gallina deje de poner los huevos de oro.

Gonzalo Martín

Yo es que no creo en el concepto calidad. Es una forma ingestionable de manejar la televisión. También creo que esta es una discusión del mundo 1.0. Cada uno tiene su calidad en su percepción y lo que importa en este negocio es cuanta gente lo piensa. Nada más. Lo otro es «calidad» en la gestión de la producción. Los críticos consideran GH detestable, pero hay que ver cómo está hecho: mucha gente lo ve, triunfa, para ese público el ritmo es brutal (aunque no sepan lo que significa), pero para los críticos y la sociedad influyente es detestable. Vale: yo pongo el DVD. Ni un gramo de energía de mi tiempo se va en saber si es un vicio social o no.

Yo no suelo compartir la visión de Casciari de la televisión: me ha parecido en los discursos que le he visto y en algunos textos que la revisa como un espectador con unos parámetros de exigencia determinados, y no con los de un programador. Todas las críticas que le he leído (no son todas, y no voy todos los días ni semanas) y en las que plantea cuestiones la forma de producir y programar son, en mi opinión y que me perdone, una pérdida de tiempo: un negocio que se basa en la interrupción y en la sorpresa frente al rival, con un sistema de medición que lo respalda se basa en eso. Y da igual que los ejecutivos de la tele sean burros: ganan un dinero sideral para sus empresas haciendo eso. Y no es obligatorio verlo ni inmoral el que lo ganen.

Decía al principio que esta es una discusión del mundo 1.0: el de la escasez. Razonar en términos de incompatibilidad entre programaciones o en calidad, son conceptos del mundo estrecho que se nos muere. Precisamente, Casciari es el mayor promotor de la televisión personalizada en España. Desde un entorno vamos a llamar «institucional» dice todos los días como hay que burlarse del sistema y ver lo que te da la gana cuando quieres. Unos verán una cosa, otros otra. A unos les gusta Tapas (uy, quise decir Pelotas) y a otros no.

He visto un poco de Pelotas a ver si me pone: y creo que sí me va a gustar. Pero ahora estoy con Mad Men, que me pone muchísimo. Mi consumo se hace personal y me da igual lo que llamen calidad y cómo lo programen, son cuestiones ajenas a mi mundo. Eso sí, a la hora de personalizar mi entretenimiento tengo en cuenta cuando Susana me dice: «esto mola». Comunidad, recomendación, etc. La calidad es un concepto etéreo. En mi opinión.

pez

¿No deberían servir los mismos conceptos que usamos para el cine los mismo que para una serie de tv?

Me refiero a que uno cuando se pone a ver una serie le pasa lo mismo que cuando ve una pelicula. Si el guión es malo no la ve ya sea porque le aburre o porque no se la cree, lo mismo pasa con el ritmo tanto interno como el externo por no hablar del sonido, la realización, la fotografía, etc.

Vale que el espectador no conoce esas diferencias pero lo mismo son las cosas que hacen que el espectador no sepa porque pero le gusta la serie al igual que la pelicula.

Por otro lado lo de cuando ver una serie me parece que da igual a mi me gusta igual por poner un ejemplo ver Dexter cualquier día de la semana y no me gusta ver Aguila roja sea el día de la semana que sea. Es decir la serie me gusta o no me gusta no estoy proclive a ver un tipo de series los martes y otro diferente los domingos.

Iker

http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ortega_y_Gasset#Yo_y_mi_circunstancia

SMLGoR

Hay gente que no busca obras maestras sino simplemente pasar un buen rato en familia (que ya es bastante) o algo que le permita digerir mejor la cena. En fin, cada uno sabe cómo vé las cosas y con qué grado de interés las sigue. No veo incompatible una cosa con la otra, yo hay series que las sigo, porque cumplen su función (para mi gusto, por supuesto) pero no me tiraría de un puente si las cancelan o no puedo verlas un día determinado; Perdidos, por el contrario, me bajo los capítulos como un poseso y si la cancelaran correría la sangre.

Como todo, pienso que cada cosa tiene su momento y su lugar.

Ciberperiodistaurbano

¿Sinceramente creéis que la gente demanda ciertos productos o consume lo que emiten sin más? La oferta televisiva generalista, obviando métodos adicionales como vídeo o DVD, en España ha sido corta. No hemos conocido la amplitud del cable hasta hace una década y aún así la adhesión no ha sido inquebrantable ni masiva, es decir, que la gente no está dispuesta a afiliarse en masa por la propia idiosincrasia española, que hace que no seamos todos socios de un club deportivo; ni afiliados de un sindicato; ni abonados del Cable…
Nos gusta lo que es gratis, sin valorar calidad: ojo, el espectador no es necio, pero se niega a reconocer que engulle «Tomates» y «Corazones», pero en cambio dice ver «Informe Semanal» y los documentales de La 2. ¡Pudor obliga! Que la audiencia siga y persiga Aida en el baile alocado que propone Tele 5, habla de su permisividad y perseverancia; que algunas series coticen al alza sólo en su primer episodio, habla primero de la curiosidad y luego de la volubilidad del telespectador para buscar lo nuevo por sistema. Esto trastoca los planes de las Teles, que se vuelven locos programando y contraprogramando sin sentido hasta hallar la fórmula secreta, como si la hubiera. La calidad ha de perseguirse allí donde esté, pero a un precio. Lo contrario, es consumo de masas. ¿Por qué premian siempre en los festivales europeos a películas pakistaníes, iraníes, etc., y luego en cambio sólo se emiten en circuitos muy exclusivos? ¿Acaso son malas y sólo los entendidos aciertan a ver su clase? La audiencia masiva también merece ver buenos productos, pero muchos acaban buscando el aliño del «Tomate».

amaiacm

Creo que primero consumimos lo que nos echan, y si nos gusta lo seguimos y si nos disgusta pasamos de verlo. ¿Demandar? Tal vez no demandamos un determinado tipo de programa o serie pero sí que no nos maltraten lo que nos gusta.

Nahum

Como escribía en el blog de Hernán, creo que tu aproximación a la serie es mucho más certera que la suya, sin duda.

Parafraseando a Genette: el texto y su contexto. La calidad de una serie, como decís, también tendrá que ver con las condiciones de producción, de recepción, de distribución… aparte, por supuesto, de los elementos estéticos, éticos y narrativos implícitos en toda ficción audiovisual.

¿Qué tiene que ver la demanda, el triunfo, o mucho menos, las estrategias de los programadores con la calidad? Estáis mezclando cosas: una obra (una serie, una casa, o un pastel de cerezas) es buena o mala independientemente de si se vende o no, de si le gusta a la gente o no. Lo esperable y deseable es que a la gente le guste lo bueno (yo prefiero beber un vino reserva que un peleón de tetrabrik, prefiero vivir en un chalet a todo lujo que en una chabola semiderruida), pero eso no siempre va unido. Para gustos, los colores, y siempre se pueden encontrar consumidores de productos de ínfima calidad. Porque no les ofrecen otra cosa, porque no pueden acceder a la calidad, porque les han acostumbrado a un determinado tipo de oferta o, simplemente, porque les gusta eso y punto, igual que hay gente que prefiere una hamburguesa a una langosta. Pero que algo sea más consumido no significa que sea mejor. La calidad debe de tener que ver con criterios objetivos, no de recepción por parte del público o de gustos subjetivos, y en el caso de una serie, desde mi punto de vista, eso se relaciona con la solidez del guión, una interpretación creíble, unos personajes interesantes, una factura técnica aceptable, la ausencia de maniqueísmos y tópicos…

Por supuesto, el horario de programación, las decisiones (acertadas o no) de las cadenas, las expectativas previas de los espectadores, el share y demás cuestiones podrán cargarse la existencia misma de la serie, pero nunca podrán aumentar o disminuir su valor intrínseco, que debería ser lo enjuiciado por quienes hacen crítica de televisión. En eso estoy totalmente de acuerdo con Casciari. Si lo que se quiere hacer es estudios de mercado y no se cree en el concepto de calidad, como dice Gonzalo Martín, el planteamiento de esta pregunta sobra.

Charlotte Harris

LA verdad que ambos llevais razon.
LA serie depende sola de si misma, para ser buena, pero de muchos factores para triunfar.
Ejemplo claro: Vientos de Agua. Grandisima pero mal estrenada.

Jaina

Las estrategias de programación son el instrumento (ajenos a la calidad de la serie en sí) que aupan a una serie al estrellato o al ostracismo, son el complemento inseparable que acompaña a las series. Creo que no se puede hacer una crítica completa sin tener en cuenta esta cuestión, por lo que estoy completamente de acuerdo con tu planteamiento.

Ciberperiodistaurbano

Van Gogh murió en la indigencia, sin vender un sólo cuadro. Hoy nadie se atrevería a cuestionarle como uno de los impresionistas más grandes de la historia de la pintura. El arte es una manifestación que deja una sensación diferente en cada uno: a unos les gusta mucho, a otros nada; unos la entienden; otras la ignoran. Pero ¿para cuál de los anteriores pinta el artista? Algunos reconocerán que tratan de llegar al mayor nº de admiradores, pues así sus opciones de ingresos se incrementarán; otros se dirigirán a una elite especialmente cualificada, denostando al vulgo espectador de su obra.
Con estas pautas, ¿qué hace el director de un gran museo? ¿Lo compra para satisfacer a una inmensa minoría? ¿para dar gusto al común de los mortales sin importar su calidad? ¿Quién dice lo que es calidad, el técnico o el usuario? ¿Reconoce el coprófago que engulle basura o sarna con gusto no pica? Darle una vuelta, y a buen entendedor le sobrará la traducción de las metáforas empleadas.

Nahum

Anónimo y ciberperiodistaurbano: entiendo lo que decís, pero no debemos olvidar que la televisión es un «arte» caro, como el cine. Por su forma de producirse requiere inversión alta y, en las sociedades de mercado en las que habitamos, necesita recuperar esa inversión (en forma de publicidad o de prestigio y audiencia si la televisión es pública y no tiene anuncios).

Por tanto, no creo que al reflexionar sobre el concepto de calidad haya que dejar de tener en cuenta el contexto o el público al que va dirigido. Para que nos entendamos: «Barrio Sésamo» era un producto de muy buena calidad para mi generación… Es decir, tenía calidad precisamente por carecer de tramas complicadas y ser simplón (sin ser tonto, ojo), puesto que Chema el panadero, Don Pimpón y Espinete tenían un público determinado.

En resumen: para reflexionar sobre cómo medir la calidad de un producto televisivo, sí que creo que es necesario tener en cuenta no solo factores internos de la propia obra, sino también elementos externos.

Lo mismo pasa con otros productos de calidad.

El mercado de las series americanas parece el fútbol

[…] El año pasado lo vivimos con Scrubs y este año ha pasado con Medium, un caso aun más enrevesado en el que NBC esperaba que CBS cancelara Entre Fantasmas para repescarla y emitirla con las historias de Allison Dubois pero, ante la renovación de Melinda Gordon y la imposibilidad de programarlas juntas NBC renuncia a Medium y CBS la repesca. Una historia que podríamos calificar de rocambolesca, aunque más propio sería decir “carambolesca” y que muestra la importancia del contexto en que se emite una serie como ya he defendido anteriormente. […]



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