Las cadenas de televisión han firmado un acuerdo con el Ministerio de Sanidad por el que se comprometen a no emitir publicidad de alimentos poco saludables de la mano de sus personajes más reconocidos. Algunas informaciones dicen que serán los protagonistas más jóvenes los que no puedan anunciar estos productos pero, lo que se desprende del acuerdo apunta a una restricción global, tanto de actores jóvenes como de los mayores, que podrían influenciar de igual modo a los más pequeños, erigidos en figuras paternas incitando al consumo de chucherías.
Esta medida me recuerda a la que ya vivimos hace años cuando se prohibió que las caras conocidas de la televisión o el cine anunciaran cualquier tipo de cosa, desde productos bancarios a compresas, algo que hoy en día es lo más habitual. Entonces se hablaba de la influencia que los actores o presentadores más populares de nuestro país podían ejercer en la población, como si quienes ven la publicidad fueran idiotas y se dejaran convencer de las bondades de un producto sólo porque se lo cuenta una cara conocida, o como si aquellos predispuestos a dejarse engañar lo fueran a evitar por el hecho de que sea un actor desconocido el que le cuente la milonga (no hay más que ver los concursos de teletimo, presentados por todo de tipo de desconcidos, a cada cual más peculiar y el éxito que tienen).
En el caso de los niños nos encontramos ante una situación parecida. Es evidente que los más pequeños son fácilmente influenciables por la publicidad televisada, especialmente si esta se muestra en forma de ‘product placement’, pero una de dos: o se prohiben determinados productos alimenticios en virtud de la salud pública o, si estos pueden ser vendidos y consumidos libremente por los pequeños de la casa, habrá que tratarlos con naturalidad y educar desde el hogar y los colegios para que estos pequeños influenciables sepan que determinados productos ingeridos en exceso son malos y que no deben creerse todo aquello que ven en publicidad. De este modo estarán mucho más preparados para enfrentarse al mundo cuando sean mayores y deban enfrentarse a esas mismas campañas publicitarias pero con diferentes productos por vender.
Me descoloca tu entrada. ¿Cuándo se ha prohibido que «las caras conocidas de la televisión o el cine anunciaran cualquier tipo de cosa, desde productos bancarios a compresas»? ¿Aquí, en España? Si puedes ampliar esa información te lo agradeceré porque no me consta en absoluto, ¿en qué año fue eso, en la dictadura franquista? En democracia, que yo sepa, había una norma de TVE que no permitía compaginar a un presentador-actor publicidad y participar en un programa y serie al mismo tiempo y se pedía que pasaran 3 meses. Y en tiempos franquistas muchos anuncios los ofrecían los propios presentadores e incluso actores.Pero de lo que tú dices no me consta nada de nada; ¿estás segura de que fue así? dame más datos, por favor. Saludos!