Hoy, como cada 6 de julio, tenía lugar en Pamplona el chupinazo que inaugura los Sanfermines. Las distintas cadenas de televisión han conectado con la plaza del ayuntamiento para retransmitir el ambiente de la ciudad y en concreto TVE ha estado allí en directo desde más de media hora antes del mediodía, momento en que quedan inauguradas las fiestas.
Entre el público asistente, un grupo de personas que apoyan a los presos etarras portaban una pancarta sobre las cabezas de los asistentes a la plaza, una bandera que en su disposición horizontal se veía perfectamente desde los habituales planos cenitales de esta celebración y que estaba claramente orientada a utilizar esta cámara como altavoz de su reivindicación.
Han sido numerosos los planos que hemos visto desde arriba, con la pancarta como protagonista de unas fiestas que nada tienen que ver con la política, o no deberían, y me encantaría saber qué se ha comentado en la sala de realización en esos momentos. La plaza del ayuntamiento de Pamplona es pequeña, al menos no es lo suficientemente grande como para que el helicóptero pudiera tomar las imágene del gentío sin sacar la panacarta, pero limitarse a pinchar las cámaras de la calle hubiera sido una pena, al no poder transmitirse hasta que punto la fiesta congrega a pamplonicas y visitantes. Es más, estoy segura de que, de haber eliminado estos planos de la retransmisión, muchos hubieran acusado a TVE de censura, como ocurre tantas otras veces con cuestiones políticas que se suceden en actos que no deberían estar politizados y donde los responsables del directo tienen una difícil papeleta.
En este caso, el director de la retransmisión ha optado por mostrar lo que ocurría, aunque eso convirtiera las imágenes en un gran anuncio de otra cosa ¿ha hecho bien? ¿debería haberse autocensurado o es lógico mostrar lo que ocurre, sea lo que sea?
Me recuerda a la reciente decisión de la FIFA para las retransmisiones de fútbol en las que se pide a las televisiones que obvien cualquier acontecimiento violento que tenga lugar en el campo, convirtiendo a veces la tarea del realizador en un complicado equilibrio entre acatar las órdenes o recomendaciones o bien contar lo que realmente está ocurriendo, cuando además lo normal es que sean los propios comentaristas en el campo quienes narren lo que allí ocurre, aunque nosotros desde casa no podamos verlo.
Cuestiones políticas o de defensa de un tipo de actitud poco deportiva que, aún siendo poco comparables, parten de una misma base como es la censura de las retransmisiones en directo o la aplicación de un elemental sentido común que no permita tergiversar lo que verdaderamente se quiere contar.
En muchos programas de telerealidad o similares se añade un efecto ‘borrón’ que desenfoca marcas comerciales en la ropa de la gente que aparece o diversos objetos, y en las series muchas veces se tapan marcas para no hacer publicidad.
En este caso, si la cadena propiamente no quiere «hacer publicidad» de algo como puedan ser pancartas políticas, los medios hoy en día existen (sobretodo considerando la textura rojiblanca de la plaza consistorial en esos momentos y el tamaño y nitidez de los trazos de estos objetos) para emborronar las pancartas, las pelotas de Novea y los chorizos de Hevilla.
Detectar estos objetos, hacerles un seguimiento muy tosco y desenfocar el grueso de la imágen que muestran sin afectar al resto de los fotogramas es una tarea que hoy en día, en TV digital, no debería resultar muy dificil si realmente quieren hacerlo.
Ahora, lo del fútbol, si la petición de censura viene por terceros, el asunto es totalmente distinto a que si es algo que se origina en tu propia casa.