Con la fusión entre Cuatro y Telecinco, no son pocas las personas que han puesto en cuarentena el otrora canal «estupendo» para evaluar si lo siguen considerando como una oferta diferente y merecedora de buena imagen como hasta el momento, o si pasa a engrosar la lista de televisiones que no merecen la pena.
Como digo, desde su nacimiento, Cuatro ha heredado la buena imagen de Canal +, esa que le llevaba a ser un canal con una oferta de calidad, con productos de ficción bien elaborados, sin estridencias y con una parrilla que buscaba más la calidad que la cantidad. Sin embargo, son muchos los programas que, pese a ser efectivamente distintos y poco habituales en nuestra televisión, podrían perfectamente haber formado parte de las parrillas de otros canales con peor imagen y no habrían desentonado.
Ejemplos como 21 días, un programa en el que su protagonista se dedica a fumar porros, a estudiar el mundo del porno, a beber hasta no poder más y hasta a ser anoréxica durante tres semanas es un programa que, emitido en Telecinco, habría recibido, como mínimo, acusaciones de fomentar los malos hábitos.
Los clásicos ‘coach’ de los viernes noche y fines de semana nos muestran niños pequeños asilvestrados por unos padres inexpertos, perritos que se han hecho amos del hogar y también adolescentes que pegan a sus mayores, que rompen sus casas cuando no obtienen lo que quieren e insultan a diestro y siniestro o niñas que acaban de ser madres y, cuando aún tendrían que estar saliendo del cascarón, deben enfrentarse a su propia responsabilidad en la materia. Los primeros son poco susceptibles de generar polémica pero, estos últimos, emitidos en otro canal, probablemente habrían recibido protestas de más de una asociación.
¿Y qué me decís de After Hours, el programa de Rafa ‘Amazing’ Mendez? ¿O alguna de las entregas del excelente Callejeros?
Todo esto por no hablar del precipitado cierre de la nueva edición de Fama presentada por Tania Llaseras, en un paralelismo más que evidente con Operación Triunfo, tanto por el cierre prematuro, como por la sustitución de su presentadora habitual y en gran parte alma de la escuela, Paula Vázquez.
Sin embargo, y por el momento, la imagen de Cuatro sigue intacta, en cuarentena si, pero intacta. Lo que me temo es que dentro de un par de años hayamos olvidado esta historia y la cadena, aún con sus mismos contenidos, sea calificada de una extensión de lo más denostado en Telecinco.
La imagen de un canal de televisión, como de cualquier marca, es difícil de labrar, es algo que se construye día a día y que es muy fácil torcer con errores, que en todas las facetas de la vida son más amplificados que aquellas cosas que se hacen bien. La imagen de Cuatro, por herencia primero y por saber hacer después, ha evolucionado para diferenciarse, para hacer de sus espectadores unos televidentes orgullosos y sin embargo ahora, sin cambiar gran cosa de su parrilla, puede encontrarse con un grave problema de mimetización que de al traste con todos los esfuerzos que durante estos años han puesto en diferenciarse. Y la cosa tiene mala solución.
La imagen que ilustra esta entrada pertenece a un episodio de Callejeros, concretamente al que lleva por título Marbella.
La verdad es que hace mucho tiempo que borré a «Cuatro» de mi lista de cadenas serias y con buena imagen. Exactamente desde el momento que empezaron a emitir reality shows, a aumentar su oferta de concursos facilones y, con ello, ir paulatinamente desterrando las buenas y abundantes series que programaba en sus comienzos. ¿A, que siguen dando «House»? Vale, seguro que tiene lupus o sarcoidosis. ¿Hay algun otra serie más de fuste? Sí, varias y muy buenas, pero sólo para insomnes…