Pues no es que yo tuviera muchas esperanzas puestas en esta serie, ni realmente un interés grande en que empezara, es más, casi me atrevería a decir que me alegro de no haberme entusiasmado con ella, porque ya no hay muchas más que pueda seguir a un ritmo decente sin descuidar principalmente la atención que les presto.
He visto la película, he leído el libro y los dos me gustaron. En este caso, los personajes están bien, el ritmo es adecuado y la historia intrigante y con recorrido pero, definitivamente, no logra engancharme o mantener la atención.
Quizá sea un cierto aire a naftalina que respira, desde la manera en que viste la mujer del protagonista, hasta el ambiente general que se respira, o esa Juliette Lewis con aspecto «deep USA» que parece haber cumplido los años de dos en dos (está fantástica pero, oh, dios mio, que mal ha tratado la genética a esta chiquilla).
Y la historia, pues si, se ven claros los misterios, los buenos, los malos, los tontos, quizá tan típico que tengamos la sensación de haberlo visto ya muchas veces antes; sin ir más lejos, la estructura y circunstancias familiares y profesionales de los protagonistas son exactamente iguales a los de otra serie que me gustaba mucho más, pese a lo poquito que duró: Dirty Sexy Money.
Por lo que respecta a los casos particulares que vemos se desarrollarán a modo de procedimental en cada episodio, es tan difícil sorprendernos con una de abogados que, al menos en estos dos primeros, definitivamente no lo logra.
¿Por qué a veces un producto bien hecho en todos los sentidos como este no engancha y un engendro como Ringer aguanta? Ni puñetera idea, pero así es la cosa.