Ayer me senté de nuevo en el sofá a ver La 2 y ese programa presuntamente revolucionario llamado La Nube que pareciera, a la vista de algunos comentarios, que ha venido a dar a internet el sitio que le corresponde en televisión, como si ese no lo tuviera ganado ya desde la aparición del P2P y la adopción de la doble pantalla en los espectadores (o incluso Cámara Abierta 2.0, gran ejemplo de cómo acercar el sector al público de forma seria e informada).
Ya me había estrenado en el programa la pasada semana, con su exitoso arranque, plasmado en un razonable 2,2% de share, casi medio millón de espectadores y numerosos comentarios en twitter que lograron algún Trending Topic, ese baremo tan cotizado por las televisiones hoy día, máxime si se trata de un programa que analiza esta relación y logra así completar el círculo virtuoso de televisión y redes sociales. Ese día, supe que a La Nube le quedaba mucho rodaje, que detrás de un bonito y colorido plató se escondía un traje mal cosido, con los botones a punto de desprenderse y las puntadas sin rematar, algo que en su segunda emisión terminé de contrastar y que deja en mal lugar a un equipo solvente y experimentado al que no logro adivinar qué le falta, pero me atrevería a decir que algo tan sencillo como tiempo/rodaje/ensayos.
Es una pena que un programa de estas características falle por lo más sencillo, la parte técnica, la puesta en escena, la posición de los elementos escenográficos y su relación con presentador y colaboradores que lleva a situaciones desagradables como estos dos planos en los que los protagonistas del programa son literalmente un pegote al que dar la espalda. Una situación que puede solventarse fácilmente sentando a ambos invitados en el mismo lado, no dejando al presentador que se de la vuelta del todo hacia ellos o, sencillamente, no abriendo el plano tanto como para que se vea al que ya no pinta nada.
Puede parecer una tontería pero a mí, como espectadora, me incomoda, tanto como que los vídeos entren sin audio, que se note que los guiones no están suficientemente ensayados (ayer habría venido bien un poquito de html en el monólogo de inicio
El presentador es otra de las cosas que no termina de encajarme. Soy fan total de Toni Garrido, bueno, soy fan de su voz, que me parece lo más alucinante de la radio del momento, aunque yo nunca le habría dado un programa de tarde, sino uno nocturno solo para poder soñar con ella. Pero en televisión no lo veo, es más, tuve la ocasión de verle en directo en EBE en 2008 dando una charla y la sensación que me produjo fue la misma, de cierta bisoñez, impropia de alguien con sus tablas y experiencia. Quizá esa voz maravillosa que le acompaña ofrezca una imagen de su persona que no casa con su lenguaje corporal, con su aspecto añiñado, con su seguridad frente a la cámara o ausencia de ella. Si además presenta un programa de estas características y nos dice que en su casa no tiene internet, es como los famosos sabios del comité que «no tenían televisión, pero sabían de que iba el rollo».
Podría seguir así toda la mañana, pero solo diré una cosa más: si de verdad quieres hacer un programa serio sobre Internet, no puedes dedicar más tiempo a entrevistar a Maruja Torres que a Alvy.
El artículo está bien, pero el titular lo has bordado.