El escándalo televisivo de la semana, que siempre tenemos que tener alguno, ha sido descubrir que muchos de los pretendientes de Corina, la princesa que arrasa en twitter cada vez que asoma por la pantalla, son actores, bueno, actorcillos diría yo. La cuestión es que, en estos tiempos en los que no hay secretos ni imágenes o declaraciones que se le escapen a nadie, con el ingente archivo que existe con internet, es muy difícil, por no decir imposible, que cualquiera que haya salido en televisión anteriormente, haciendo cualquier cosa, por corta y poco profesional que sea, escape de las miradas inquisidoras de los espectadores.
Así es como se ha descubierto que algunos de los candidatos a conquistar a Corina ya habían pasado antes por distintos programas de televisión, bien haciendo de extras o de sí mismos, lo que ha llevado rápidamente a la conclusión de que el programa es una farsa y sus protagonistas actores puestos ahí para engañar al televidente.
Mi teoría con este tipo de programas, ya lo dije en su momento cuando se estrenó ¿Quién quiere casarse con mi hijo? es que sus protagonistas no son actores, al menos no en el concepto de actores profesionales que yo puedo concebir, aquellos que aspiran a tener una carrera seria en el mundo real de la interpretación. Esto no quita que aquellas personas que acuden a la televisión para formar parte de un reality, máxime uno de estas características, sean personas especiales, con un sentido del ridículo casi inexistente y un deseo de hacer cosas en el mundo del show business que no es el de un joven cualquiera que podamos encontrar en las aulas de una universidad o las discotecas de moda. Quedan además en bases de datos de las productoras, que siempre pueden recurrir a ellos para proponerles proyectos nuevos que encajen con sus características, aquellas que les hicieron conseguir su primero trabajo o ser descartados para el mismo. ¿Recordáis los castings de OT? ¿Recordáis los frikis que pasaban por allí? En aquel momento nos parecían una tomadura de pelo pero hoy en día, son esos los perfiles que más nos divierten en programas como este. ¿Podemos catalogarlos como actores? Yo diría que no.
También es cierto que la edición de este tipo de programas exagera las características peculiares de los concursantes y aspirantes y que en muchos casos, si no todos, estarán guiados por los directores del programa, los redactores e incluso guionizados en aquello que dicen o hacen. Seguro, se llama televisión, entretenimiento y la gente recibe un dinero por ello. De ahí a que sean actores profesionales creo que hay un mundo pero, incluso si lo fueran, tampoco me parecería mal y desde luego, serían unos actorazos.
Desconozco los entresijos de la producción de Un príncipe para Corina o ¿Quién quiere casarse con mi hijo? pero creo que, como espectadora, me da lo mismo porque su función la cumplen a la perfección y que sus protagonistas sean o no actores me parece lo de menos. Hace tiempo critiqué el programa De buena ley por hacer algo similar, haciendo pasar por casos reales con protagonistas reales lo que solo era un teatrillo de actores y abogados mostrando enfrentamientos basados en litigios comunes. En aquel caso, lo que me chocaba del hecho de que fueran actores, era más la pátina de arbitraje real de la que estaba dotado el programa y que llevaba a pensar que estábamos presenciando un acto administrativo real, uno con consecuencias jurídicas. Consideraba en aquel momento que, dado que Telecinco no tenía inconveniente en responder que se trataba de actores interpretando cuando se le preguntaba al respecto, parecía lógico pedir una línea de ‘disclaimer’ en los créditos del programa que informara de ello. Más tarde llegué a la conclusión de que daba un poco lo mismo de que modo se mostrara, siempre y cuando ayudara al espectador a familiarizarse con algunas leyes y normas habituales en el día a día del ciudadano, aunque sigo pensando que no estaría de más informar de este pequeño detalle.
En este caso, el de Corina, aplico la misma teoría y voy más allá: no estamos ante un programa de noticias, no se trata de mostrar unos hechos reales a la audiencia, se trata solo de entretener y, si en los castings aparece gente con experiencia anterior en medios (haciendo el mismo papel de panolis) bien por ellos. A mí personalmente no me importa, ni lo considero un engaño a la audiencia. No olvidemos que su principal papel en el programa es el de ser ridiculizados y eso tiene un precio.
Y yo no puedo creerme que haya alguien tan ingenuo como para creer que sea de otro modo. La gracia de estos programas es presentarlos como si fueran realidad, eso no quiere decir que lo sean, es como el Pressing Catch y demás espectáculos… me preocupa que haya gente que no se de cuenta.