Debe ser eso, porque ayer viendo el nuevo programa de Patricia Conde, no lograba encontrarle la gracia y, lo que es peor, ni siquiera la novedad.
Tras un par de promos realmente simpáticas y prometedoras, Ciento y la madre se estrenaba la pasada semana, si no recuerdo mal, con la presencia de María José Campanario como uno de los ganchos para estas bromas de cámara oculta. Lo primero que me venía a la cabeza con esta elección era la posible relación entre este personaje y la audiencia potencial de Cuatro, que siempre había sido la de las series o últimamente la de los programas tróspidos y que, a base de ignorar unas y abusar de los otros, ha vuelto a perder la personalidad. Es en medio de este desconcierto en el que se intenta captar la atención con una cara tan conocida como ajena al canal. Primer error.
En su segunda entrega, el programa ha contado con colaboraciones como la de Paco León (promocionando su película como próxima a estrenarse, cuando hace ya tiempo que está en salas, mostrando el evidente retraso en el estreno del programa), Chenoa o Lolita Flores, muy simpáticos y entregados a su papel de muñecos teledirigidos por Patricia Conde a través del pinganillo, pero piezas de un formato muy visto, tanto por el concepto de cámara oculta en sí mismo, como por la particularidad del pinganillo, que también se ha emitido anteriormente en no pocos formatos.
Verdaderamente, es uno de esos programas en los que la presentadora es la que mejor se lo pasa, algo muy importante cuando haces televisión de entretenimiento, pero inútil si no logras que traspase la pantalla y llegue al espectador y, en este caso, no lo hace. Ciento y la madre es un simple y manido programa de cámara oculta que no encaja en la personalidad de Cuatro, aunque no seamos capaces de reconocer cual es esta exactamente, que no encaja en horario de máxima audiencia, quizá sí tendría algo de gracia en la sobremesa y que, desde luego, no encaja con la época en la que se emite, más propio de la programación de los canales autonómicos de los años 90.
Pero igual soy yo, que no le veo la gracia.
Algo vi, y la verdad, me encantó volver a ver a Patricia Conde, pero el programa es caduco como pocos, me pareció un desperdicio criminal.