Después de un arranque malo, muy malo, en el que el principal elemento de discordia ha sido la ausencia del canal 24 Horas, Telecinco y la dirección de Gran Hermano Revolution han decidido recuperar este elemento del formato que, a todas luces, es al mismo tiempo el principal foco de polémicas en torno al programa y el mayor caldo de cultivo del interés de la audiencia en el conjunto del programa y, por tanto, en las galas televisivas, en última instancia las que alimentan la caja del canal.
En un intento por controlar el mensaje que se proyectaba sobre todo lo que ocurre en la casa y evitar las acusaciones permanentes de tongos varios y de mostrar imágenes en los resúmenes que solo sirven para apoyar a los favoritos de la dirección del programa, este año se optaba por eliminar la emisión permanente a los contenidos de la casa. Era también un afán por controlar los contenidos que se publican fuera de la esfera Mediaset, una obsesión constante en Fuencarral, donde todo lo que no esté bajo su paraguas es perseguido con ahínco, sin reconocer los efectos positivos que tiene sobre el interés general en los programas de la cadena y, consecuentemente, en la audiencia de los mismos. Una dificultad para entender el mundo moderno que arrastran desde el inicio de los tiempos y que, por primera vez, han visto como afecta seriamente a su audiencia y a sus ingresos.
No es la primera ocasión en que los espectadores de un reality anuncian una protesta o dicen eso tan airado de «pues ya no te veo más» o «voy a desintonizar el canal», amenazas que luego no se traducen en bajones relevantes de la audiencia porque el interés sigue ahí, porque la curiosidad es más grande que el enojo que pueda provocar que tu concursante favorito no sea el de la audiencia o el del editor de vídeo. Es ese cabreo el que alimenta también que los fans estén pegados a la pantalla, aplaudiendo a los suyos o pateando la mesa porque no entienden cómo los demás no ven lo que ellos ven. Las relaciones de amor/odio han alimentado la televisión durante décadas y los realities especialmente y aunque no todos, por no decir ninguno, tienen un seguimiento permanente como ha tenido Gran Hermano, también es cierto que ninguno tiene galas de cuatro horas y tres programas semanales como tiene el formato aquí.
Los buenos y merecidos resultados de Estoy Vivo en TVE, líder de audiencia en su franja, tampoco están ayudando y esa es una complicación con la nunca contaron.
Hay quién apunta a que ahora es demasiado tarde para recuperar la audiencia perdida. Yo no lo creo. En Telecinco son especialistas en crear polémicas y alimentarlas a lo largo y ancho de sus parrillas y ahora solo tienen que esperar a ver qué y quienes son los que mueven y remueven los sentimientos de la gente que está viendo Gran Hermano. Es tiempo de abrir mucho las orejas y dar a su audiencia la fuerza que merecen, no tanto porque se la hayan ganado, que también, como por lo que tienen que perder como cadena.