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Niños explotados y traumatizados, así nos va

Fecha de Publicación: 24 diciembre 2013 - 13:49   |   3 Comentarios   |   Etiquetas: Junior Masterchef, tve

MasterchefNo pensaba volver a hablar de Masterchef en el blog, al menos no tan pronto, principalmente porque con la cantidad de programas similares que hay en la tele últimamente, parece que escribo en un blog de cocina y no en uno de televisión. Sin embargo, no puedo evitar retomar el tema una vez más, al ver en los comentarios de esta mañana y algunos de anoche, referencias al programa y la utilización de niños en el mismo que escapan por completo a mi comprensión y me parecen de una exageración completamente fuera de lugar.

De una parte están quienes acusan al programa y a la televisión pública de explotación infantil, de utilizar a los niños para hacer negocio, como si fuera la primera vez que vemos niños en televisión o como si alguno de ellos estuviera sufriendo por estar en el programa. La comparación con otro tipo de espectáculos similares a los que la propia televisión pública renunció a ir por fomentar valores poco edificantes, como el caso de Eurojunior, me parece que no tiene cabida en este caso, principalmente porque allí los pequeños iban a ejercer de personas mayores en tamaño mini, pero con todos los defectos que el propio mercado de la música tiene, a saber, la explotación de la imagen física independientemente del talento musical.

Explotación infantil para hacer negocio hemos podido sospechar o ver en otros muchos casos, principalmente en televisiones privadas, con niños prodigio paseando por platós en busca de dinero fácil (para sus padres casi siempre) y una carrera en el mundo de la música (otra vez el mismo sector, sí) o del cine, por no hablar de las horas de colegio perdidas semana tras semana en quienes son arrastrados por sus progenitores a participar en castings para publicidad, niños que no tienen mayor interés en ser artistas, ni actores, ni famosos y que, rodeados de mayores, pasan horas y horas en platós de televisión para dejar su impronta en 20 segundos de gloria. Eso sí podría ser considerado explotación y sin embargo nos parece natural. ¿Por qué entonces Masterchef?

La otra crítica del día habla del sufrimiento de los pobres pequeños al participar en una competición donde son juzgados por sus creaciones, donde son sometidos a pruebas bajo presión y donde algunos son expulsados al finalizar el día. Precisamente para evitar «traumas», en España el formato del programa se ha cambiado para que no haya sensación de perdedores, todos reciben puntos por las pruebas en las que participan, todos son premiados al finalizar su estancia en el programa y no existe la palabra expulsión ni eliminación, sustituidas por una bajada en parada, como si de un viaje se tratara. Para hacerlo aún más delicado, en cada programa se «bajan» cuatro niños, evitando que el foco de atención recaiga solo sobre uno de ellos, el paria, el que no es aceptado en el grupo. ¿Realmente creemos que estos niños están sufriendo y siendo traumatizados por la televisión?

Que no digo yo que no lo pasen mal ni les de pena dejar el programa, por supuesto que les da, la misma que cuando hacen deportes y son eliminados, la misma que pueden tener en el recreo del colegio cuando juegan a balón prisionero y les toca la pelota o cuando acaba el campamento de verano y se despiden de sus nuevos amigos a los que posiblemente no vuelvan a ver jamás. Y eso es lo que han vivido en Masterchef: han disfrutado de la experiencia de formar parte de un programa de televisión, han podido presumir del talentazo que tienen en la cocina y han vivido experiencias y viajes que muchos niños de su edad hoy en día no pueden permitirse. ¿En serio me estáis diciendo que sufren? ¿Porque a unos les ponen menos nota que a otros que lo han hecho mejor? Confesad: vosotros sois de los que van al colegio a protestar al profesor porque el niño ha suspendido y os parece que eso es un trauma ¿no?. Seguro que le tienen manía.

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3 Comentarios

Carmen

Totalmente de acuerdo, esos comentarios son muy exagerados y fuera de tono. La dinámica del concurso se nota que ha sido organizada como un campamento en el que tienen el privilegio de participar y donde van a pasárselo bien, con pruebas que pueden ser estresantes pero no más que un partido o un examen.

Yo me lo he pasado muy bien en esta primera emisión. Boquiabierta por la soltura y lo manitas que son, mostrando compañerismo, solidaridad y un saber estar que muchos adultos deberíamos tomar nota y deseando ver la continuación.

Ah! y feliz Navidad

Saludos

Perri M.

No he leído esos comentarios, pero estoy totalmente de acuerdo contigo…Además, toda la pena se les esfumó en un abrir y cerrar de ojos en cuanto les dieron la tablet de rigor. O sea que de explotación, etc,etc…nada de nada. Lo de los traumas ya es que clama al cielo. Algunos padres están criando monstruos pusilánimes. Uffff…

Warp

Vimos el programa de Navidad y a pesar de lo mucho que nos divertimos, pregunté a mi pareja, de profesión psicólogo, por qué somos incapaces de encontrar otra fórmula para enseñar las cosas que no sean premios y castigos. Conductismo puro. Puedes disfrazarlo de «campamento de verano» pero al final hay ganadores y perdedores. No podemos huir de esta forma de encarar las cosas y supongo que al final es lo único que sabemos valorar.

Aparte, decir que un crío sale traumatizado porque «ha perdido» es una imbecilidad como un piano. Si fuera por eso, no jugarían ni al parchís, no sea que acaben siendo unos perdedores en la vida y se dediquen a la delincuencia o algo así.

Mi pareja me dijo que, efectivamente, al final el conductismo es la forma de educación más antigua y guste o no, es eficaz. Que siempre funciona mejor el refuerzo positivo (el premio) que el negativo (castigo). En el programa todos «ganan algo», que tampoco me parece sano porque al final hasta el más tonto hace relojes. Si sometes a los chiquillos a un programa adulto, vale que les regales una tablet o así cuando se vayan (también lo hacían en MasterChef Senior), pero lo de dar un punto «porque sí» les inducirá a pensar que sus creaciones dan lástima y los callan con un puntito de nada. Son niños, no tontos.



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