Los fans de algunas series de televisión se movilizan cada día con mayor imaginación para que sus series favoritas no desaparezcan. Empezaron enviando cartas y haciendo llamadas a las cadenas, pidiendo que mantuvieran en antena las series que, por su escaso rendimiento, eran retiradas y han terminado por hacer campañas en la red, a cada cual más original, o incluso convocando a los aficionados a los más extraños envios de cosas relacionadas con las series.
Las cadenas acostumbran a ser más o menos receptivas a este tipo de iniciativas, pero finalmente deben plegarse a los resultados y por mucho movimiento que exista en torno a la retirada de una serie como por ejemplo Jericho, de nada sirve que se haga una segunda temporada si los resultados de su emisión siguen dando resultados tan bajos como los de la primera o incluso peores, demostrando que aquellos que tanto se movilizaron no eran un numeroso grupo de espectadores sino tan solo uno muy ruidoso y proactivo. Sin embargo, este grupo de fans ha vuelto a la carga y otra vez pide el regreso de la serie con la colocación de una valla publlicitaria en el valle de San Fernando donde piden que se atienda a los seis millones de personas que se han quedado sin su programa preferido y uno no tiene más remedio que preguntarse si un grupo de personas tan entregado no merece que alguien les preste algo más de atención.
Quizá no sea Jericho una serie que por su rendimiento deba ocupar un espacio en el prime time de una de las principales cadenas de televisión norteamericanas pero, con todas las cadenas que hay, con todas las posibilidades de emitir desde la red y con la cantidad de anunciantes que hay dispuestos a invertir dinero en todo tipo de iniciativas ¿no existe un espacio para atender las necesidades televisivas de este grupo de espectadores? Cuando una serie logra unir a tanta gente, aunque el término «tanta» sea pequeño en la escala televisiva en que se está midiendo, parece mentira que no se esté encontrando un espacio para albergar este tipo de productos.
En los tiempos en los que la economía ha descubierto este concepto tan moderno de la larga cola, ya va siendo hora de que la televisión lo aplique también a su modelo de negocio tan asentado en proporcionar entretenimiento solo a las grandes masas.
Cambiar la manera de pensar de los directivos de televisión, que siguen siendo dueños del 2º negocio más rentable de comunicación (tras los videojuegos) es difícil.
Quizá habrá que esperar unos 5 años, a que sean el tercero, y decidan tomarse en serio al que entonces será el 2º, Internet.
(En España tardaremos un par de años más, of course)