En Gran Bretaña están pensando levantar la prohibición de incluir ‘product placement’ en los programas británicos, algo hasta ahora terminantemente prohibido. Por ello, el Guardian publica este artículo de opinión tremendamente duro con la cuestión, en el que se ataca duramente este sistema de publicidad, por considerarlo una afrenta a la creatividad de los guionistas y especialmente al público, que incauto, puede dejarse atrapar por lo que se considera publicidad encubierta, mucho más dañina que la publicidad tradicional.
La forma en que el artículo ataca el ‘product placement’ me parece exagerada y tengo la sensación de que, bien hecho, puede ser una buena manera de ingresar dinero por parte de las productoras, siempre y cuando no se fuercen las tramas para ello, como ya comenté aquí mismo hace un par de días respecto a la incorporación de cierta marca de jamón en la consulta del Doctor Mateo de Antena 3. El mayor ejemplo de cómo esto puede hacerse bien es este mismo programa, que seguramente todos hemos olvidado ya que es un puro anuncio de Asturias, gracias a la manera en que está integrado en la serie y haciéndonos olvidar que es imposible que un pequeño pueblo asturiano tenga tantos días seguidos sin lluvia.
Además, la prohibición del ‘product placement’ choca con un grave problema: la imposibilidad de frenar el que viene incluido en programas extranjeros, que no es poco, especialmente en las producciones norteamericanas. Ayer mismo veía en The Big Bang Theory un enorme ejemplo de este tipo de publicidad, con dos de los protagonistas jugando a la consola y que en absoluto resultaba incómodo o fuera de lugar. Un juego y una consola que se pueden comprar en Gran Bretaña o en España y que supone el mismo ejemplo de publicidad en estos paises que en el suyo de origen, pero que estaría prohibido allí y sólo tolerado en nuestro país. Absurdo ¿no?. Parece que la marca más utilizada en ‘product placement’ es Coca-Cola, nuevamente un ejemplo internacional que parece absurdo dejar entrar en casa por medio de producciones extranjeras y, sin embargo, no ser capaz de hacer lo mismo en el producto propio.
Volviendo al caso británico, parece que el gobierno va a dedicarse las próximas ocho semanas a estudiar la posibilidad de abrir la mano y la mayor preocupación de los preocupados por el asunto es, como tantas veces, la protección de la infancia. Los programas infantiles quedarían excluidos del permiso para incluir publicidad en el programa, pero las estadísticas dicen que el 71% de la televisión que ven los niños no son productos infantiles. Nuevamente, aparcar a los más pequeños frente al televisor se considera una responsabilidad de las cadenas y no de los padres, que deberían velar por lo que sus hijos ven.
Entiendo que existan reticencias en torno a los posibles abusos de esta forma de publicidad, pero también creo que utilizar a los niños y su protección de la comida basura como excusa para no permitirlo, teniendo en cuenta que en ningún caso se permitirá en sus programas, parece una exageración o más bien una manera desesperada de intentar no modificar un permiso.
Veremos a que conclusión llegan después de esta ventana de estudio que han abierto y si finalmente se vuelven más permisivos o, por el contraio, las cosas quedan como están en un momento en que se impone avanzar en las nuevas formas de ingresar dinero en el audiovisual.
A mí el product placement no me parece nada mal, se consigue una fuente extra de financiación publicitaria, es decir, resta en anuncios convencionales. Lo que pasa es que en España no se sabe hacer muy bien, y si queda muy descarado hace efecto rebote. ¡Esa mesa de la cocina de ‘Médico de familia’! ¡Si Chechu se comía el Bollycao sin arrugar el plástico para que se viera la marca!