O al menos eso es lo que sostiene este artículo en el que se estudia el porqué del éxito de esta forma de consumir contenidos. Vaya por delante que no soy partidaria de la palabra piratería, toda vez que, al menos en España, lo que yo hago es compartir y descargar, pero nunca con armas de fuego, parches en el ojo o banderas con calaveras.
Al final del artículo, se proponen una serie de sencillos consejos para que la industria televisiva se haga tan atractiva como las páginas de descargas, que tienen éxito, no tanto por el hecho de ser gratis, como por el hecho de ser mejores que la oferta oficial. Estos consejos incluye dos elementos fundamentales:
Estandarización: que la interfaz sea común y fácil de usar, que los archivos tengan todos el mismo formato, fácil de reproducir con cualquier herramienta.
Servicio premium para coleccionistas: dado que la mejor manera que existe hoy día de coleccionar contenidos audiovisuales es descargándolos, los usuarios tendrán mayor predisposición a pagar por un servicio que les ofrezca:
* Descarga de contenidos en HD o baja definición, de programas nuevos y antiguos, con versiones limpias o con anuncios.
* Oferta de los programas inmediatamente después de su emisión en televisión.
* Mantener las semillas de los programas de forma indefinida, pues siempre habrá alguien que quiera recuperar un programa antiguo. Crear programas de recompensa para quienes mantengan vivas estas semillas o las ofrezcan bajo demanda, por ejemplo aumentando su velocidad de descarga.
*Ofrecer cuentas especiales para mantener las semillas, de manera que los usuarios no tengan que consumir su ancho de banda.
* Ofrecer el almacenamiento de las colecciones de forma remota, de manera que cualquiera con un usuario y una contraseña pueda ver los contenidos en streaming.
* Ofrecer a los usuarios la posibilidad de organizar sus archivos como quieran.
Todo esto me recuerda a un artículo que publicaba hace unos días Ars Technica en el que afirmaban que los aficionados al anime preferían las descargas no oficiales por varios motivos pero sobre todo por la calidad de los subtítulos y la rapidez con que estaban disponibles.
No recuerdo otro caso en el que los usuarios y clientes de un servicio hayan conseguido al mismo tiempo generar un problema que en sí mismo es la solución.
El problema que tienen las empresas es que siempre tratan de mantener el control poniendo puertas al campo, y hoy día hace falta una visión distinta.
Está claro que si algo funciona es principalmente porque le aporta más utilidad al consumidor.
Por ejemplo, yo no sé cómo le irá a Antena 3, pero cada vez que he intentado ver algo desde su página ha sido un desastre. Que pasen esas cosas me parece inaceptable, no es por medios desde luego.