
Foto: Hola.com
Querría empezar el año con un post sobre el tema Pedroche, pero no consigo tener una opinión clara sobre el asunto. Que el dichoso vestido no era elegante es una obviedad, que la chica está estupenda y hace bien en lucir palmito si le da la gana, otra obviedad aún mayor. Y que la tontería del vestido y las transparencias ha conseguido convertirse en «el evento» de la noche por mucho que, tras la sorpresa, la mayor parte de la audiencia se volviera con Ramontxu y Anne, tampoco lo vamos a negar.
Ser elegido para la retransmisión de las campanadas es un regalo para cualquier presentador de televisión, o lo que sea que son algunos de los que han pasado por este momento en las distintas cadenas (algunos de ellos ahora en la cárcel), es una palmadita en la espalda que todo el mundo aprecia, un reconocimiento al «personaje del año» en cada una de las cadenas o una muestra de confianza en tu solvencia a la que debe ser difícil renunciar.
Nos parecerá mejor o peor todo el numerito, pero ha dado para casi un año de contenido alrededor de la historia, primero en torno al primer vestido que, con perspectiva, hemos de reconocer que no era para tanto. Solo el momento en que Pedroche decidió, a propósito o no, desplegar la falda y dejar ver su ropa interior, causó revuelo en un modelo que, de otro modo, no habría pasado de ser sexy y punto. Ha sido precisamente todo lo hablado en torno a ese instante lo que nos ha traído hasta aquí, con una chica joven y divertida dispuesta a demostrarnos que estamos tontos y aún nos queda mucho por madurar. Y sobre todo, mandar a donde se merecen a todos los que la critican por su peso y a los que le faltó dedicarles un «yo estaré gorda, pero ven tú a ponerte este vestido y me cuentas donde encuentras quién, además de lucirlo así, te pague por ello en un prime time televisivo».
Es más, de no haber sido por todo el follón montado el año pasado, ya no es que este año hubiera sido innecesario el numerito, es que posiblemente ni siquiera ella habría sido la responsable de dar el paso al nuevo año, mucho menos dando el salto a Antena 3. ¿No queríamos caldo? Pues ahí van dos tazas. Y posiblemente acaben siendo tres si, como todo apunta, esto se convierte en un evento como la capa de Ramontxu y Antena 3 sube la apuesta y la elige también para las campanadas del 2017.
Eso sí, dado que el desafío ha quedado claramente superado, la gracia estará en aparecer algo más elegante y menos transparente, aunque solo sea para adecuarse al estilo de una cadena que en los últimos tiempos ha querido vender, con éxito, una imagen muy alejada de la carne y la carnaza.
Vaya, por lo que se ve, tenía yo las ideas más claras de lo que pensaba. ¡Feliz 2016!