Todos los años cuando se anuncian los Premios Ondas comentamos sobre ellos con la coletilla de falta de credibilidad que pertenecer al grupo Prisa les otorga. Cada año miramos con lupa quienes son los agraciados con esta mención pertenecientes a este grupo de comunicación y siempre hay algún resquicio para la suspicacia. Sin embargo, por su larga trayectoria y por su habitual acierto con muchos de los premiados, se han convertido en uno de los galardones más representativos del audiovisual español y no suelen equivocarse mucho.
En esta edición, encontramos reconocimientos muy merecidos y que demuestran que no siempre la televisión de máxima audiencia es la que genera titulares, como es el caso de Jordi Évole y su programa Salvados. Desconozco cual es el plazo de votación de estos premios, pero me quedan pocas dudas sobre la importancia que la emisión de «Borrando a ETA» ha tenido sobre este premio.
Junto a él, premio para Ana Rosa Quintana por un programa que lleva años en antena siendo el mismo y que ahora ha recibido este reconocimiento. Estos magazines matinales son el tipo de programa que parece fácil, pero que exige un gran trabajo de equipo, una importante carga de producción y unas buenas tablas frente a la cámara, para aguantar varias horas diarias frente al piloto rojo. Sin una buena conductora, se presentan deslavazados, pero sin un gran equipo detrás no hay presentadora de categoría que lo sustente. Premiándola a ella, están premiando toda la labor de un equipo que seguramente esta mañana Ana Rosa haya sabido reconocer en antena… aunque luego la que luce el premio en la chimenea sea ella.
Algo parecido ocurre con el maravilloso Emilio Gutiérrez Caba, fantásticamente arropado por el resto del elenco de Gran Reserva y el excelente trabajo de todo el equipo de Bambú o con Blanca Suárez en El Barco, muestra del buen hacer de Globomedia que, pese a la creciente competencia, sigue siendo una de las más sólidas productoras de nuestro país.
Los servicios informativos de TVE también han visto reconocido su trabajo en un tiempo en el que una de sus mayores virtudes parece ser la ecuanimidad y objetividad. En mi opinión, si con algo han crecido estos informativos en los últimos tiempos, ha sido con la eliminación de la publicidad de la cadena, lo que ha permitido hacer programas más largos, con mayor dedicación a cada sección, algo que en muchas ocasiones se echa de menos en otras cadenas en las que apenas se pasa por encima de algunos de los temas del día.
En cuestión de entretenimiento, Atrapa un millón y Frank de la Jungla, uno premiado por su gran aceptación, su dinamismo y ¿por qué no? su capacidad de culturizar al espectador y el otro, no termino de saber por qué, pues la coletilla de innovación que acompaña su Ondas no parece encajar del todo y el caracter hostil de su conductor, aparte de forzado para la cámara, no parece muy edificante. A mí me entretiene, pero tánto como para darle un premio, me parece excesivo.
Y lo que sin duda me parece exagerado es el premio a House como mejor serie extranjera, exagerado en esta entrega, claro está. House es una serie excelente pero, siete/ocho años después de su estreno, nada es novedoso y hace tiempo que pide un buen remate. Hay bastantes series mejores aunque, si nos limitamos a lo que emiten las cadenas en abierto, la cosa se reduce sensiblemente. En cualquier caso, existiendo Downton Abbey, en mi cabeza no cabe el premio a House. A veces creo que estos premios procuran contentar a todos y buscan una ecuanimidad en el reparto que no hace sino destacar algunos programas que no son, en absoluto, los mejores en su categoría, al menos en el año en que son premiados.
Sí ha sido muy merecido el premio a Crematorio, una de las producciones españolas más piropeadas por la crítica y los espectadores, una apuesta de ficción que deja muy alto el pabellón de la producción española y que próximamente será emitida en abierto, estreno que despierta gran interés entre quienes seguimos la actualidad televisiva y queremos que funcionen este tipo de apuestas, aparentemente no para el gran público, pero que merecen una atención especial. Si quienes la hemos disfrutado ya hemos hecho un buen trabajo con el boca-oreja, espero que las audiencias la respalden.
Y precisamente en la categoría de programas minoritarios pero que han logrado gran repercusión, el documental Comprar, Tirar, Comprar también ha recibido un Ondas, prueba de que el género interesa cuando trata temas cercanos de manera atractiva y con una buena comunicación entre espectadores.
Más o menos merecidos, siempre desde mi muy particular y subjetivo punto de vista, todos los premiados merecen un reconocimiento por hacer nuestra vida televisiva más entretenida y colaborar a hacer variada la oferta audiovisual.
El capote a un programa impresentable con Frank de la Jungla y a una serie caducada como House sólo se explican porque están en Cuatro.
Y lo de Ana Rosa Quintana simplemente no tiene nombre. Para mí es peor aún que el premio del año pasado a J. J. Vázquez. Al menos el osito no esconde lo que hace: te gustará o no, pero no tiene trampa ni cartón. Pero ¿AR?. ¿Qué premian? ¿Una trayectoria? ¿La de una «periodista» que vive de desangrar ex grandes hermanos, casos judiciales sonados y demás carnaza? Pues menuda idea de periodismo tiene PRISA…